martes, 7 de agosto de 2012

ELEMENTAL WATSON...

La novela policial

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

De Poe a Chesterton, pasando por Doyle y devenido en lo negro, la historia de la que fue la novela predilecta para los detectives.

Para hablar, como punto de partida, de la novela policial es condición sine qua non pararnos en la historia del delito. Haciendo un destacado, la única forma de empezar a hablar de lo policial es con la aparición de la misma. Antes de eso, nada puede ser tomado en cuenta; sí como aproximaciones pero no como ejemplos puros. La explicación es simple, rara vez se puede escribir sobre lo que no existe.

Es con la manifestación de un nuevo delito a causa de los cambios sociales en una época en que, a raíz de la industrialización y la urbanización del proletariado, era necesario el primer cuerpo de policía en 1829. La Scotland Shark estableció, a partir del delito, las investigaciones sobre los hechos que desembocarán en la trama principal en donde la novela policial basa los cimientos.

La pérdida definitiva del poder en mano de la nobleza y el dejo de los elementos asociados a la misma lograron cerrar una etapa de la historia y comenzar otra. Al quitar el centro de foco en la divinidad y colocar al hombre con su razonamiento como solucionador de los problemas (base del positivismo) recae el pensamiento de que, si aplicamos el razonamiento y la lógica, hasta el crimen más oscuro tiene solución.

Si los crímenes inexplicables eran producidos por el demonio, después se analiza quién pudo haberlos cometidos y porqué. Hacía 1837, Edgar Allan Poe publicó el primer relato policial de la historia de la literatura: “Los crímenes de la calle Morgue”. Además de dar origen a la literatura policial, sentó los principios y reglas de la misma. El fundamento sobre el que se asentó el género era el enigma que sólo era posible desentrañar si se utilizaban los indicios o pistas que aparecían en la narración. “La novela o narración policíaca es, ante todo y siempre, una novela o narración problema. Existe el hecho – el “caso”- sin solucionar; luego se trata de resolver el problema y después, se convierte en una especie de reflejo o testigo de la problemática de grupos humanos concretos. Cuando se da sin manejos ideológicos, el texto adquiere esa universalidad exigible a toda obra de arte”[1]. ¿Quién lo hizo? Y ¿Cómo lo hizo? Son las premisas básicas.

Párrafo aparte merece el primer detective de la literatura universal: Auguste Dupin. Como protagonista de tres relatos: "El asesinato de la calle Morgue", "El asunto de María Roget" y "La carta robada", estableció el arquetipo del investigador privado. “Tiene un intelecto superior cuya capacidad de observación y deducción le permiten descifrar enigmas insolubles para el común de las personas. La principal arma del personaje es su mente analítica a la cual añade una poderosa imaginación y una amplia cultura; se trata, en suma, de una inteligencia cultivada”[2]. Lo más destacable, es que ni el mismo Poe haya sabido que con su personaje sentó la figura del detective aficionado o amateur, lo que se perfeccionaría en Londres unos años después.
        
Escuela Inglesa

A diferencia del “Dupin” de Poe, la aparición del género en Inglaterra no va a ser un mero instrumento razonador e inmóvil, sino un individuo con características propias y que participa de la acción. El fundador y propulsor de esta nueva forma de ver la literatura policíaca nacería en Escocia, de la mano de un médico: Arthur Conan Doyle.
Es la creación de Sherlock Holmes, publicado en 1887, el detective deductivo más grande de la historia de la novela policial. Holmes es el primer investigador científico y profesional de la literatura universal y es con quién se consolida en verdad el género. “Caballero victoriano hasta la médula, inteligente hasta la repelencia, conocedor hasta el hartazgo de todas las ciencias humanas, solitario, misógino, drogadicto y sensible”[3] es el nuevo héroe policial que transformó al género.
La fórmula que utilizó el autor no es un secreto: El visitante expone el caso a Holmes. El nudo del caso es la investigación, que a veces, el desenlace llega sin necesidad de salir del gabinete de Baker Sreet (casa que comparte con Watson). Otras veces sale a la calle, se persona en el lugar del hecho y entra en acción. Y llega el desenlace, casi siempre inesperado para Watson, y siempre inesperado para el lector. Holmes explica al deslumbrado Watson (narrador del texto) como ha realizado el proceso de deducción. Es en esa deducción final que el lector toma conocimiento de todo el proceso de investigación y ata los cabos sueltos. El que lee sabe, de antemano, que el detective va a ganar, lo que no sabe es cómo. La lógica de descifrar los enigmas depende de la información, y Holmes tiene toda la información.
Con este armado literario, alcanza su cima y casi que por consiguiente, su final. A partir del éxito conseguido por Doyle, muchos quisieron imitarlo pero en ese intento fracasaron. Se rescata, entre todos esas desilusiones, a Gilbert K. Chesterton. La creación de otro formidable detective: el padre Brown. Tenía pues la capacidad de resolver crímenes confusos pero también la capacidad de salvar las almas de los delincuentes. Fue el último punto de vista de la novela policial que la trama misma se basa en la resolución del enigma. Pero la producción estereotipada de este género logró colocarlo casi al borde de la extinción.
        
Escuela norteamericana:

En la policial clásica se separa el crimen de su motivación social; el detective nunca se preguntó por qué, sino cómo se comete un crimen. Cuando el género volvió a los Estados Unidos (empezó con Poe) en plena década del 20, tuvo un cambio radical. “Fue una década caracterizada por la “ley seca”, la corrupción, la mafia, el tráfico de influencias y la especulación financiera, mezcladas con Hollywood, la bolsa, Ford, los sindicatos, el intervencionismo y una mentalidad despreocupada y creyente del milagro capitalista”[4]. En medio de todo esto, surge la “novela negra”.
En el nueva enfoque se muestra que en ese mundo corrompido todas “las personas que intentan ser honestas terminan pareciendo sentimental o simplemente tonta”, explica Chandler, uno de los fundadores del género. Ya no importa quién y cómo lo hizo sino que importan las causas que llevaron a cometer esa fechoría. El misterio parece ser lo bastante obvio, pero no es lo más significativo.
Los crímenes ya no se dan en ambientes estilistas, por el contrario, al estar bajo “la gran depresión”, los autores recalaran en el contexto y en la determinación de las relaciones sociales. Y como cambia el punto de vista del crimen, también lo hace el encargado en poner en jaque al sistema. El rol que ocupa el detective da un vuelco de 360º y “ese hombre que en el relato representa a la ley sólo está motivado por el dinero: el investigador es un profesional, alguien que hace su trabajo y recibe su sueldo”[5]. Este nuevo sujeto convive en un ámbito corrompido donde la sociedad se rinde ante esa jungla.
La novela negra va a plasmar la otra violencia; esa que nunca va a figurar en las crónicas de los diarios pero que está en el ambiente. La que es anónima pero no delirio, la que aparece en la sección económica y que maneja, a su antojo, todo a su alrededor. No se pueden entender las novelas de esa época sin entender el contexto en que estaban sumergidos los escritores. La toma de conciencia social parece formar parte de los literatos norteamericanos.
Ahora el detective es testigo de la degradación del hombre y su mundo, pero a su vez, es la única visión de la existencia de un mundo mejor. Encarnando a la verdadera justicia, representa a la verdad y es el que debe hacer algo. Pero a diferencia del género policial clásico, el personaje principal no es un héroe; por el contrario es un solitario perdedor. La violencia es útil para éste y las armas su aliado a la hora de obtener información. Una vez que ha comenzado, la búsqueda tiene resultados inesperadamente violentos.
En una época tan problemática, la forma de escribir tuvo que cambiar. Esta transformación se dio de la mano de los fundadores de la novela negra: Chandler y Hammet. El Estilo utilizado es el de un relato lineal, frío y carente de toda emotividad, diálogos cortos y punzantes, de acción rápida, lenguaje popular y ordinario con una violencia impregnada. Ambos autores son el inicio y fin del género. Impusieron una nueva modalidad narrativa, más acorde al momento.
La revista “Black Mask” fue la pulp magazine (revistas en donde los relatos eran más importantes que la calidad del papel en que se imprimían) más importante de su época. Fue la encomendada de publicar dichos relatos y era la encargada de aportar nuevas narraciones de tipo policial. Joseph T. Shaw (editor desde 1926 a 1936) impulsó a alejar el crimen de las clases superiores, la casa de campo y el jardín de rosas del vicario, para devolvérselo a las personas que realmente estaban dotadas para él. Los escritores de Black Mask constituían un grupo selecto de los que se destacaron Hammet y Chandler.
Los detectives de ambos son diferentes al común: Mientras que los de Hammet son rudos y no le molesta usar la violencia para conseguir lo que quiere, los de Chandler son honrados caballeros que están en estado permanente de rebeldía frente a la sociedad corrupta.
Como pasó con la novela policial, el final llegó. De la mano de “El largo adiós” de Chandler en 1953, los que siguieron esta tradición, en el fondo, no hicieron más que repetir las fórmulas establecidas por los clásicos. Una pelea del escritor con uno de los últimos editores y “los libros de tiras cómicas contribuyeron a acabar con la era de las pulp magazine; las desbancaron de la misma forma en que éstas habían desbancado a las novelas de bolsillo el último siglo”[6].
Su continuación lógica parece ser la novela de espionaje pero esa, ya es otra historia.



[1] Martínez García, Francisco: Profesor Titular de Crítica literaria de la Universidad de León, Introducción “el sabueso de los Baskerville”, La Coruña, Editorial Evergráficas, Ediciones Gaviota, 1990.
[2] Castañeda, Jaime: “Sobre la novela policíaca”, Breve historia, 1988.
[3] Malharro, Martín: Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (UNLP) y de la Universidad San Juan Bosco (Comodoro Rivadavia), “De la novela de enigma a la novela negra”, apunte sobre la novela policial.
[4] Malharro, Martín: “De la novela de enigma a la novela negra”, apunte sobre la novela policial.
[5] Piglia, Ricardo: “Lo negro del policial”.
[6] Ruhm, Herbet: “Black Mask”, Introducción.

miércoles, 1 de agosto de 2012

COLUMNA RADIO ESTACIÓN SUR 91.7

Algún día teníamos que volver! Aparte actualizamos ésto que quedó a la deriva!


Ayeeer repasamos los 50 años de los Rolling Stones arriba del escenario. El 12 de Julio de 1962 fue la primera vez que tocaron en lo que ahora es un banco.





Hablamos, además, de su composición, sus éxitos, el porqué del nombre del grupo y muchas cosas más!


También escuchamos 3 temas que son menester de la banda!


Para aletear como gallo enfermo!

Uno de los últimos años!

Uno de los cover que les cambió la vida!

Eso fue todo lo que revivimos en Clase Turista! Ya sabes, si te lo perdiste, la semana que viene a eso de las 10:30 am y después del inminente momento ricotero salen el repaso por los clásicos que te volaron la peluca!