martes, 18 de septiembre de 2012

ASESINOS SERIALES: CHIKATILO


Asesinos Seriales
SE ACUERDAN DE MÍ, SOY CHIKATILO
La historia del asesino en serie más infame de la Unión Soviética, desde su niñez hasta declararse culpable de 53 personas y ser condenado a muerte.

         Fue el único asesino serial que se conoció de la Unión Soviética. Andrei Romanovich Chikatilo vivió una doble vida: por un lado fue un trabajador, padre de familia y miembro de la sociedad comunista del momento; y por el otro, tuvo su lado oscuro, psicótico y asesino. Durante 12 años, llevó a realizar 53 asesinatos que le dieron el mote de “el carnicero de Rostov”. Lo declararon culpable y fue ejecutado en un cuarto cerrado de un balazo detrás del oído derecho.
La familia Chikatilo
         Para él, era un juego. De la misma manera que otros juegan a las cartas, él jugó a asesinar. Vivió en una ciudad a unos 800 kilómetros de Moscú, Rostov del Don. Allí atacó, principalmente, a sus víctimas. Actuó en estaciones de ferrocarriles y de autobuses, básicamente. El modus operandi era muy simple: abordaba a las víctimas mediante alguna artimaña, se internaba con ellos en parajes solitarios (inclusive cerca de donde había gente) y procedía al ataque. En algunos casos estudió a la presa durante días y cuando se aprendía sus horarios, para cruzárselas por casualidad, ejecutaba el golpe sin desaprovechar la ocasión.
         Obtuvo gran habilidad para ganar la confianza de los niños durante su docencia infantil, y aprendió, también, la mejor técnica para noquear a las víctimas y evitar las salpicaduras de sangre. En 1978, lo mandaron a dar clases a Shakhty (ciudad en Rostov) y mientras su familia se muda, le quedó mucho tiempo libre. Comenzó a fantasear con los jóvenes escolares que transitaron la calle. El 22 de diciembre, de ese mismo año, mató por primera vez cuando tenía 42 años. Llevó a un cuarto en una calle oscura y apartada a Yelena Zakotnova, una niña de nueve años de edad, e incapaz de penetrarla utilizó el cuchillo como sustituto en el acto sexual. La sangre le proporcionaba las erecciones inmediatas, y con cada puñalada notó que se acercaba más al orgasmo. Se deshizo del cuerpo en un río cercano y, dos días después, la policía encontró los restos en el río Grushovka. A pesar de las pruebas en contra de Chikatilo, un sujeto llamado Alexsander Kravchenko fue declarado culpable.
         Antes de la detención final de “la bestia roja”, muchos inocentes cayeron en manos de la ineficaz policía rusa. Los investigadores daban por hecho que Chikatilo era miembro del partido y la investigación llevada a cabo sirvió para purgar a muchos homosexuales (en esa época, estaba prohibido serlo). La mayoría culpan a la incompetencia de las autoridades soviéticas por negarse a admitir la existencia de un asesino en serie en la comunidad socialista. ¿Qué pensaría el mundo? No podía existir una persona, en la unión Soviética de Stalin, que llevase a cabo tales crímenes. Eran reacios a admitir que estas violaciones podían ocurrir en un estado comunista, y como vidriera del mundo comunista, fue mejor callarlo. En esa época en que el estado controló los medios de producción y los medios de comunicación, los reportes acerca de violaciones a menores de edad o asesinatos en serie eran temas prohibidos. Se consideraba que tales muestra de descomposición social existían, únicamente, en los países capitalistas de occidente.
         Pero no sólo las niñas y jovencitas corrieron peligro, también a los niños varones le tocó sufrir las consecuencias de la furia de Andrei. Poseyó propensión al destripamiento, la mutilación, el canibalismo y el sadismo. Le sacó los ojos a la mayoría de sus víctimas a causa de una superstición rusa a la que era muy apegado. Pensaba que lo último que una persona, víctima de un asesinato, ve le queda grabada en los ojos.
Fotos tomadas la primera vez que estuvo en prisión
         Cuando la cuenta de cuerpos hallados llegó a seis, la policía de Moscú tomó cartas en el asunto. La policía capturó sospechoso tras sospechoso, generalmente retrasados mentales u homosexuales. Buravok (especialista forense) estuvo convencido de que el maniático que buscaron tuvo cierto tipo de personalidad demente, así que se apartó de los protocolos oficiales y compartió parte de la información con algunos especialistas de Moscú. Muchos no se interesaron pero Alexander Bukhanovsky le entregó un informe en el que se describió la personalidad del posible asesino. “El asesino era un sujeto entre 25 y 50 años, con una estatura alrededor del 1.75 metros, padecía alguna disfunción sexual. Mutilaba a sus víctimas en parte por frustración y también como excitación erótica. No era ni retrasado ni esquizofrénico puesto que tenía la capacidad de planear y efectuar sus ataques. Era un hombre solitario y le único involucrado en los crímenes”. Perfil que no sirvió hasta ser capturado e interrogado por la policía.
         Chikatilo estuvo detenido por primera vez en 1984, pero cuando compararon el semen con la sangre encontrada en la víctima no emparejaron y lo dejaron en libertad. Cuando lo interrogó el mayor Zanasovsky se enteró que éste hablaba con las muchachas debido a que extrañaba comunicarse con la gente joven. Esa vez lo dejó ir, aunque el Zanasovsky estaba convencido de que había capturado al maniático. Libre, nuevamente, continuó con sus crímenes. Para ese año, su cuenta se incrementó a 30 asesinatos aproximadamente. Sin embargo, los investigadores tenían la certeza de que él era la persona que buscaban.
Uno de los últimos cadáveres fue hallado cerca de la estación de Leskhoz. Chikatilo había asesinado a Sveta Korostik y ese día fue detenido en la estación al regresar del bosque con algunas manchas de sangre en la cara y la ropa. Esa fue la segunda vez que lo capturaron, y la última.
Los reportes de los acontecimientos eran de conocimiento exclusivo, e informar al público hubiera sido una propaganda contraproducente contra el régimen social que dominaba la U.R.S.S. Pero no hacerlo, también, fue negativo. El asesino transitó libre y cometió los crímenes con total impunidad. Después de actuar impunemente por 12 años, fue descubierto en 1990.
         Al final y al cabo, todos los criminales terminaban confesando; pero no fue tan sencillo. Al principio, negó todo acusando a la policía de levantar falsos cargos frente a su persona. Cada vez que se le presentó información de sus crímenes dijo estar ese tiempo en su casa con su esposa e hijos. Sin poder doblegarlo entre los 10 días en los que se debía acusar al sospechoso, Kostoyev (procurador de la causa) y Burakov decidieron llamar al doctor Bukhanovsky.
Algunas de las tantas víctimas de Chikatilo
         El doctor Bukhanovsky reconoció al asesino que había perfilado en 1987 y luego de hablar con Chikatilo, éste último le terminó confesando sus crímenes y abrió su oscuro mundo interior a la policía. Habló sobre tiempos, lugares y detalles que condujo a los detectives, acompañados del culpable, a recrear los eventos con muñecos y maniquíes. Él mismo se llamó: “un error de la naturaleza, una bestia enfadada”.
         El juicio se llevó a cabo el 14 de abril de 1922 en la corte de Rostov. La cuenta final de víctimas quedó en 53 confirmados: 31 mujeres y 22 hombres. Al juez le tomó dos meses en llegar al veredicto y declaró culpable a Chikatilo por los cargos de asesinatos y cinco más por violaciones. Por todo eso, mereció la pena de muerte. Un día después de llevarse al cabo el juicio y al ser rechazada la apelación, se ejecutó la muerte del asesino serial de la Unión Soviética.

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